Cuando uno entra en el Centro de acogida de menores San Juan Bautista de València tiene la sensación de estar entrando en un verdadero hogar. Hay mensajes por todas partes que llaman a la esperanza. “Hoy es un gran día y lo sabes”, reza un cartel en la pared. De fondo, se escucha el sonido de una guitarra española que, como una fuente, riega el silencio que reina en el edificio a la hora de la siesta. Quien la toca es Fernando, uno de los menores residentes, que hoy ha decidido quedarse despierto. “Ha sabido aprovechar el confinamiento y ahora toca de maravilla” dice, mirándolo con una sonrisa, sor Isabel.